19 de marzo de 2010

nasrudin

(Post publicado simultáneamente en otro de mis blogs)
Nasrudin o Nasreddin es un personaje ficticio, popular, proveniente de la tradición sufí (un tipo de filosofía o espiritualidad de origen islámica). Su origen se remonta al Medioevo en algunos países musulmanes (Turquía, Magreb, Egipto...). Se trata de un sabio peculiar, unas veces brillante, otras ridículo, casi siempre humorístico y cuyas historietas y anécdotas conducen a la crítica y la reflexión. 

El número de cuentos recopilados sobre él rozan los 380. Reproduzcamos alguno de ellos:

-> "La mujer perfecta"

Nasrudin conversaba con un amigo.
- Entonces, ¿Nunca pensaste en casarte?
- Sí pensé -respondió Nasrudin. - En mi juventud, resolví buscar a la mujer perfecta. Crucé el desierto, llegué a Damasco, y conocí una mujer muy espiritual y linda; pero ella no sabía nada de las cosas de este mundo. Continué viajando, y fui a Isfahan; allí encontré una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita. Entonces resolví ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita, religiosa, y conocedora de la realidad material.
- ¿Y por qué no te casaste con ella?
- ¡Ah, compañero mío! Lamentablemente ella también quería un hombre perfecto...


-> "¿Saben de qué les voy a hablar?"

Esta historia comienza cuando Nasrudin llega a un pequeño pueblo en algún lugar lejano de Medio Oriente. Era la primera vez que estaba en ese pueblo y una multitud se había reunido en un auditorio para escucharlo. Nasrudin, que en verdad no sabia que decir, porque él sabía que nada sabía, se propuso improvisar algo y así intentar salir del atolladero en el que se encontraba. Entró muy seguro y se paró frente a la gente. Abrió las manos y dijo:

- Supongo que si ustedes están aquí, ya sabrán que es lo que yo tengo para decirles.
La gente dijo: - No... ¿Qué es lo que tienes para decirnos? No lo sabemos ¡Háblanos! ¡Queremos escucharte!

Nasrudin contestó: - Si ustedes vinieron hasta aquí sin saber que es lo que yo vengo a decirles, entonces no están preparados para escucharlo. -Dicho esto, se levantó y se fue. La gente se quedó sorprendida. Todos habían venido esa mañana para escucharlo y el hombre se iba simplemente diciéndoles eso. Habría sido un fracaso total si no fuera porque uno de los presentes (nunca falta uno) mientras Nasrudin se alejaba, dijo en voz alta:
- ¡Qué inteligente!

Y como siempre sucede, cuando uno no entiende nada y otro dice "¡qué inteligente!", para no sentirse un idiota uno repite: "¡sí, claro, qué inteligente!". Y entonces, todos empezaron a repetir: - Qué inteligente. 

Hasta que uno añadió: - Sí, qué inteligente, pero... qué breve.
Y otro agregó: - Tiene la brevedad y la síntesis de los sabios. Porque tiene razón. ¿Cómo nosotros vamos a venir acá sin siquiera saber qué venimos a escuchar? Qué estúpidos que hemos sido. Hemos perdido una oportunidad maravillosa. Qué iluminación, qué sabiduría. Vamos a pedirle a este hombre que dé una segunda conferencia.

Entonces fueron a ver a Nasrudin. La gente había quedado tan asombrada con lo que había pasado en la primera reunión, que algunos habían empezado a decir que el conocimiento de Él era demasiado para reunirlo en una sola conferencia. Nasrudin dijo:

- No, es justo al revés, están equivocados. Mi conocimiento apenas alcanza para una conferencia. Jamás podría dar dos.
La gente dijo: - ¡Qué humilde!

Y cuanto más Nasrudin insistía en que no tenia nada para decir, con mayor razón la gente insistía en que querían escucharlo una vez más. Finalmente, después de mucho empeño, Nasrudin accedió a dar una segunda conferencia. Al día siguiente, el supuesto iluminado regresó al lugar de reunión, donde había más gente aún, pues todos sabían del éxito de la conferencia anterior. Nasrudin se paró frente al público e insistió con su técnica:

- Supongo que ustedes ya sabrán que he venido a decirles.

La gente estaba avisada para cuidarse de no ofender al maestro con la infantil respuesta de la anterior conferencia; así que todos dijeron: - Sí, claro, por supuesto lo sabemos. Por eso hemos venido.

Nasrudin bajó la cabeza y entonces añadió: - Bueno, si todos ya saben qué es lo que vengo a decirles, yo no veo la necesidad de repetir.
Se levantó y se volvió a ir. La gente se quedó estupefacta; porque aunque ahora habían dicho otra cosa, el resultado había sido exactamente el mismo. Hasta que alguien, otro alguien, gritó: - ¡Brillante!

Y cuando todos oyeron que alguien había dicho "¡brillante!", el resto comenzó a decir: - ¡Sí, claro, este es el complemento de la sabiduría de la conferencia de ayer!
- Qué maravilloso - Qué espectacular - Qué sensacional, qué bárbaro.

Hasta que alguien dijo:
- Sí, pero... mucha brevedad.
- Es cierto -se quejó otro.
- Capacidad de síntesis -justificó un tercero.

Y en seguida se oyó: - Queremos más, queremos escucharlo más. ¡Queremos que este hombre nos de más de su sabiduría!

Entonces, una delegación de los notables fue a ver a Nasrudin para pedirle que diera una tercera y definitiva conferencia. Nasrudin dijo que no, que de ninguna manera; que él no tenia conocimientos para dar tres conferencias y que, además, ya tenia que regresar a su ciudad de origen. La gente le imploró, le suplicó, le pidió una y otra vez; por sus ancestros, por su progenie, por todos los santos, por lo que fuera. Aquella persistencia lo persuadió y, finalmente, Nasrudin aceptó temblando dar la tercera y definitiva conferencia. Por tercera vez se paró frente al publico, que ya eran multitudes, y les dijo:

- Supongo que ustedes ya sabrán de qué les voy a hablar.

Esta vez, la gente se había puesto de acuerdo: sólo el intendente del poblado contestaría. El hombre de primera fila dijo: - Algunos sí y otros no.

En ese momento, un largo silencio estremeció al auditorio. Todos, incluso los jóvenes, siguieron a Nasrudin con la mirada. Entonces el maestro respondió:

- En ese caso, los que saben... cuéntenles a los que no saben.

Se levantó y se fue.


-> "Una capa pesada"

Una noche la gente oyó un ruido espantoso que provenía de la casa de Nasrudin. A la mañana siguiente y apenas se levantaron lo fueron a visitar y le preguntaron: - ¿Qué fue todo ese ruido?. - Mi capa cayó al suelo. -respondió Nasrudín.

- Pero ¿una capa puede hacer tal ruido? -le cuestionaron.

- Por supuesto, sí usted está dentro de ella, como yo lo estaba.


-> "Sendas diferentes"

- Tú eres un gran místico -le dijo uno de sus pupilos a Nasrudín-, y sin duda sabrás por qué los hombres siguen sendas diferentes a lo largo de su vida, en vez de seguir todos una única senda.

- Sencillo -contestó el maestro-. Si todo el mundo siguiera la misma senda, todos acabaríamos en el mismo lugar; el mundo, perdido el equilibrio, se inclinaría, y todos nos caeríamos al océano.


-> "El costo de aprender"

Nasrudín decidió que podía beneficiarse aprendiendo algo nuevo y fue a visitar a un renombrado maestro de música: - ¿Cuánto cobra usted para enseñarme a tocar la flauta? -preguntó Nasrudín.

- Tres piezas de plata el primer mes; después una pieza de plata por mes -contestó el maestro.

- Perfecto! -dijo Nasrudín; - comenzaré en el segundo mes.


Nota: Hay un catalán de la Roca del Vallés, también legendario, el intemporal Mingu Cacuet; al que se le atribuyen apócrifamente historias en la misma línea que Nasrudin. Aquí puede verse un ejemplo.